Teología de la cruz
Los últimos 15 minutos estaban dando qué hacer.
La respuesta, a pesar de ser tan simple, implicaba muchas
complicaciones.
Se trataba, y trata, de la “theologia
crucis”.
Este término había sido utilizada por Martin Lutero, en oposición a una
“theologia gloriae”, que estaba
representada por la mística y por la teología especulativa. Lutero consideraba
que la cruz era como un desgarramiento, y presenta a Cristo como aplastado por
la ira del Padre hacia El, padeciendo auténticamente, en sustitución meramente
legal (en función de redimir del pecado), los tormentos del infierno. Desde esa
idea, muchos autores, posteriormente, habían profundizado sobre, y proponían
que en la teología evangélica de la cruz, "se llega a una comprensión más
rica y profunda de la pasión trinitaria de Dios". Esta "comprensión
mas rica" consiste en que "el Padre sacrifica al Hijo de su amor
eterno para convertirse en Dios y Padre que se sacrifica. El Hijo es entregado
a la muerte y al infierno para convertirse en Señor de vivos y muertos".
El Padre se convierte en "Dios y Padre que se sacrifica". "En la
noche del Gólgota, Dios realiza la experiencia del dolor, de la muerte, del
infierno en sí mismo". No se trata de la muerte de Dios, sino de la muerte
en Dios. Colocar la cruz en el seno de la Trinidad implica entender que Dios sufre en su
naturaleza divina, y no solo que el Hijo experimenta la muerte en su naturaleza
humana. En cierto sentido, la cruz se entiende como momento constituyente de la Trinidad misma; como lo
que distingue y constituye las Persona en su recíproca relación. En la cruz se
mostrará el "pathos"(el sufrimiento de Dios) de ese Dios trinitario,
por el que el Padre sufre la separación del Hijo; el Hijo sufre el abandono del
Padre; y el Espíritu es el amor crucificado en esa muerte, de donde vuelve a
manar la vida para el mundo. Es decir, que es parte de la divinidad el dolor y
el sufrimiento, en el caso concreto de la muerte en cruz del Hijo.
El autor que el profesor había citado en la pregunta era Jurgen
Moltmann, quien concibe la teología como dialéctica, crítica y antitética. Es
dialéctica porque la historia humana es a la vez realización y reflejo de la Divinidad , y en donde el
dolor humano sería dolor de Dios (pathos, o sufrimiento de Dios). En la cruz,
al darse y experimentarse el dolor del hombre en su sufrimiento, se está,
igualmente, desarrollando y comprendiendo el dolor y sufrimiento de Dios. Dios
no sólo participa en nuestro dolor, sino que convierte nuestro dolor en su
propio dolor, e introduce nuestra muerte en su misma vida. El Padre en cambio,
experimenta la muerte del Hijo en el dolor de su amor.
La respuesta era complicada, en todo caso por su implicación, porque “picaba y se extendía”, como cuando se
dice que una mala decisión tiene sus consecuencias. Sobre todo, porque de una
no auténtica comprensión de la muerte en cruz del Hijo, se resquebrajaría la verdadera
profesión de fe de la Iglesia
de todos los tiempos. Y de aquí se podía, de hecho como ha sucedido, separarse,
como lo ha sido la teología de Lutero y de algunos más.
Todo esto descubre, como se ha dicho, la importancia que tenía la
pregunta que el profesor de la
Cátedra de la
Trinidad , hiciera en esa mañana. Y que todavía tiene.
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