Ahí van las
preguntas
Mi primer evaluador era Antón. El tema era su materia y su Cátedra.
Su materia había sido “La Iglesia ”. Y sobre
ese tema giraría toda la conversación de eso primeros 15.
Y, por casualidades, o coincidencias, o buena suerte, o no tanto, el
tema había sido sobre el capítulo que había leído esa misma mañana a las 2,
cuando me había levantado sobresaltado, porque no tenía las ideas claras. Ese
capítulo lo había leído, pero como no había hecho los gráficos para mapear el
tema (los famosos mapas mentales, de los que se hace uso hoy en la educación, y
que son tan efectivos y fructíferos), no tenía del todo clara la idea; aunque,
tenía la idea. El profesor se dio cuenta que tenía la idea. Y señalaba por aquí
y por allá, para que yo redondeara bien.
Fue una conversación fluida y fácil, a pesar de todo.
La última pregunta al respecto, fue: “¿dónde ubicaría a la “Eclesiología”,
dentro de la
Teología Fundamental , o dentro de la Teología Dogmática ;
y por qué?”
La respuesta estaba clara y era evidente. Se trataba de haber
comprendido todo y de haber asimilado los dos años en la Gregoriana , con la gran
asesoría de los grandes intelectuales en teología, como lo son los Jesuitas.
Además, si recordamos lo que se ha dicho anteriormente, la respuesta ya
estaba dada. Por lo menos ya estaba dada en la tesina, al comprender los
errores de algunas cristologías de ese entonces.
La respuesta es y era, que la Eclesiología tiene que estar ubicada en el pensum
de estudios de la
Teología Dogmática. Es decir, que no hay Iglesia en el mundo,
si Cristo no la hubiese querido, y si no estuviese en su plan de Salvación.
Para eso está la Iglesia ,
para ser “sacramento” de Salvación.
Porque, así como Cristo es el Sacramento del Padre, la Iglesia es Sacramento de
Cristo. La Iglesia
no salva; es Cristo quien salva a través de la Iglesia (no solamente, por
supuesto). Además, se trata de comprender que Dios siendo un solo Dios y tres
personas distintas, a pesar de la unidad, cada persona tiene una especificidad
única que la diferencia de las otras, sin perder su unidad, por supuesto. Así,
el Padre crea; el Hijo, redime; y, el Espíritu Santo, santifica. Por otra
parte, se trata de ubicar cada trabajo en su tiempo. Ya el Padre creó; ya el
Hijo redimió; ahora, el Espíritu Santo está santificando, porque el Espíritu ha
recibido del Padre y del Hijo sus acciones concretas, y las está actualizando
constantemente en el mundo. El Espíritu Santo está en plena actividad y acción,
desde el momento de la muerte y Resurrección de Jesucristo, y después de la Ascensión y de
Pentecostés. Es ahora la acción del Espíritu que nos hace gritar Abba (Padre),
como es la experiencia del mundo expectante del que nos habla San Pablo.
Era recordar lo que ya se ha dicho, cuando se habló de las cuatro
proposiciones de la
Comisión Teológica Internacional, sobre todo en la tercera
proposición, cuando dice, que “para
realizar su misión salvífica, Jesús ha querido reunir a los hombres en vista
del reino y convocarlos en torno a sí… Es necesario afirmar que Jesús ha
querido fundar la Iglesia ”
(1 Tes, 1, 1; 2, 14; 2 Tes. 1,1; Gal. 1, 22; 3, 28; Rm. 8, 2, 8, 10; 16, 16; 1
Cor. 6, 20; 12-27; 2 Cor. 13, 5; Col. 1, 22; 2, 19; Ef. 1, 22; 5, 25-27; 1Ped.
1, 19; Lc. 12, 32; Mc. 1, 17; 2, 19; 3, 3-34; 6, 7; 10,40; 14, 27; Mt. 5,
14-47; 8, 11; 10, 16-25; 13, 24-47; 15, 24; 23, 9; Lc. 10, 1ss; 11, 2-4; 15;
15, 4-7; 22, 19-20; 22, 25ss; Jn. 10, 1-29; 15, 20…). Verdades todas estas
recogidas en el Enchiridion, o en la compilación hechas por Enrique Denzinguer
en su trabajo “Enchiridion Symbolorum”,
y del que es necesario que hablemos un poquito.
La respuesta era como tenía que ser.
Sonó la campana, que uno de los tres profesores había tocado. Era el
final de los primeros 15. Había que cambiar de profesor.
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